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Los Parrandistas

  Toda copla carnavalesca reciben el nombre general de murga, término este que también sirve para designar al grupo que la interpreta.

  La murga  “Los Parrandistas” ha pasado a la historia del carnaval santoñés por haber cantado por primera vez en el año 1934 la copla "Juicio en el Fondo del Mar", cuya letra había sido compuesta por Emilio González Revuelta "Litri", y la música por Vinatea, que era a la  sazón el Director de la Banda Municipal.
  “Los Parrandistas” eran trece, más tres mujeres aguinalderas, sin disfraz, que vendían las coplas no sólo con el fin de obtener un dinero, sino para que fueran  aprendidas por el público al oírlas.

  Los instrumentos que utilizaban eran de cartón, con boquilla de caña originándose el sonido al vibrar un papel de fumar debidamente colocado en un orificio del tubo al ser impulsado por el soplo de la boca. El bombo consistía en un tabal de los  utilizados para los arenques.

  Cuando actuaban  llevaban un palo de escoba en cuyo extremo iba atada una vejiga inflada con la que golpeaban al publico especialmente a señoritas y a la chavalería.
  En la copla “Juicio en el Fondo del Mar” se cuenta el rapto de una sirena por un besugo enamorado, y el juicio a que es sometido, sirve de pretexto al autor para hacer una larga y rica enumeración de especies marinas habituales entonces en el puerto santoñés y hoy prácticamente desaparecidas muchas de ellas. Esta es la letra de la antigua murga:

 

Según anuncia una radio
en los profundos del mar
se ha armado una zarabanda
que ha dado mucho que hablar.

Pues dicen que si un besugo
que es ahi un pez influyente
de una sirena inocente
locamente se ha prendado.

Y el besugo enamorado
el equipaje ha liado
y a la sirena ha raptado.

Neptuno, dios de los mares
hondamente contrariado
el asunto ha encomendado
a un verdel que es abogado.

Y mil pleitos ha ganado,
todos en el mar salado.

Para sustanciar el pleito
el abogado ha dispuesto
abrir una información;
desde el pez más diminuto
hasta el muergo más astuto
prestar  declaración.

El juicio tendrá lugar
en el hueco de una roca
y adornado con marlotas
esponjas y algas marinas.


Cuatro sirenas divinas
el tribunal formarán
y uno por uno los peces
ante tan severos jueces
y al punto desfilarán.

De la defensa del reo
por lo visto se ha encargado
un ilustre salvareo
que es espinoso y letrado.
Actuar  en las diligencias
y en plan de procurador
un pez de mucha experiencia
llamado el pez volador.

Del orden de este local
con seriedad extremada
se encargar  muy formal
un enorme pez espada.

Dos mil trescientas lubinas
mandadas por un luciato
armadas con carabinas
formar n en aquel acto.

Y les están encomendadas
las funciones de bedel
a dos activos lenguados
y a un elegante pajel.

Los porretanos y barbos
de jurado actuarán
y al reo con sus descargos
absuelto declararán.

Y en la sala que estar
de fijo de bote en bote,
supongamos se hallar
de guardia un cancaricote.

Y por orden riguroso
desde el delfín hasta el baboso
declaración prestaron:
sapopeces, calamares,
jibiones, truchas,
palomentas, relanzones,
luciatos, jibias y sulas,
meros, rodaballos, julias,
salmonetes, cabrachos,
congrios, ballenas, escachos,
merluzas, bocartes, sardinas,
bonitos, taurones,
tembladeras, tiburones,
porretanos, chaparudos,
panchos, lampreas, picudos,
brecas babosos, tencas,
pintalacolas y durdos.

También comparecerán
a prestar declaración.

 

Jose Luis Gutierrez Bicarregui