Santoña, la mar de carnaval
Santoña, participó en el congreso del carnaval en Cádiz por primera vez como ponente en el año 1987, y en 1992 repitió ponencia con el tema: "Santoña, la mar de carnaval" con una exposición del entonces alcalde de Santoña Pedro Luis García Cobo que os mostramos a continuación:
Un rápido análisis del fenómeno del carnaval moderno, permitiría distinguir dos modalidades en este tipo de celebraciones que tanto han proliferado en los últimos tiempos.
Por un lado el carnaval de hoy puede constituir un acto de reafirmación o readaptación de antiguas tradiciones populares que en algunos casos se remontan a la lejana Edad Media. Pero en otros muchos casos carecen de este componente, no es sino uno más de los muchos actos que componen el programa anual de la concejalía de festejos de cada ayuntamiento.
Porque la práctica totalidad de los municipios españoles, han organizado últimamente sus propios carnavales como una fiesta más que ofrecer al ciudadano. Pero no se pueden identificar estos carnavales con aquellos otros que tienen una cierta identidad y justificación histórica y en los que puede y debe hablarse de manifestación festiva, dotada de unas características particulares relacionadas con la especifidad de la zona o lugar en que se desarrolla.
La condición marinera es la más importante característica del carnaval de Santoña. Con la representación del juicio en el fondo del mar como máximo exponente. En las dos épocas en que la historia ha dividido los carnavales santoñeses, la mar aparece estrechamente ligado tanto en contenidos como en imágenes a las representaciones del carnaval.
Esta continua apelación al mar, permite definir al carnaval de Santoña como el carnaval marinero, en la medida en que la característica la diferencia de otras representaciones carnavalescas que se dan en otros puntos de España o del mundo.
Sin embargo, el carnaval de Santoña posee otras características que por no comunes en otros resultan menos importantes y significativas. Estas son su carácter popular por un lado y critico-satírico por otro muy relacionados uno y otros componentes. Popular porque el carnaval de Santoña ha llegado a adquirir unas dimensiones extraordinarias en relación al tamaño y población de la villa con tan sólo doce mil habitantes lo que implica una participación popular muy mayoritaria. A diferencia de otros carnavales en que un conjunto de grupos, cuadrillas, murgas o comparsas llevan el peso específico de la fiesta en Santoña puede hablarse de que todo el pueblo participa en un gigantesco baile de disfraces que tiene la calle como escenario.
El aspecto crítico-satírico se manifiesta en tres niveles o aspectos bien diferenciados. El más importante tiene lugar a través de las murgas, que cada viernes de carnaval hacen un repaso de todos los acontecimientos que aparecen más significativos de cuantos han tenido lugar a lo largo del año. Pero también son importantes las dosis de críticas que aparecen en los mismos disfraces de las gentes por un lado, y en los contenidos y diálogos de la representación o escenificación del juicio en el fondo del mar.
Después de esta rápida descripción de los tres aspectos más importantes que definen al carnaval de Santoña, procede revisar el componente crítico del carnaval en relación a otro tipo de manifestaciones de ironía, mordacidad y sarcasmo que han venido dando a lo largo de los años en la villa de Juan de la Cosa.
Si en todos los casos los años de la dictadura constituyeron una ruptura que afectó de manera importante a las celebraciones del carnaval, en Santoña la función de crítica y de control social que hasta entonces se había encarnado el carnaval, pasó a canalizarse a través de dos manifestaciones:
La costumbre de los disfraces con motivo de la nochevieja por un lado y el desfile de las carrozas humorísticas que cada año tienen durante el mes de septiembre con motivo de las fiestas patronales de la Virgen del Puerto por otro.
Ante la imposibilidad legal de continuar con estas celebraciones prohibidas en toda España, en Santoña se continuó con la tradición de forma un tanto sutil; porque en las casas se retomó el espíritu del carnaval durante las fiestas navideñas cuando la gente comenzó a improvisar disfraces para las fiestas que seguían a las tradicionales cenas. Pero fundamentalmente cuando, también con motivo de la Navidad, se extendió la costumbre entre algunas cuadrillas de amigos de salir disfrazados a la calle cantando viejas canciones populares y antiguas murgas del carnaval. Así, fuera de época los santoñeses pudieron mantener vivo el fenómeno del carnaval. De una manera latente y cambiando su ubicación en los meses del año, lo cierto es que el carnaval de Santoña no desapareció por completo de la vida de las gentes. De esta forma los cánticos que aquellos grupos de amigos entonaban durante las fiestas navideñas, mantuvieron la esencia de las murgas de carnaval que se recuperaron definitivamente y en su forma original durante la década de los años ochenta.
Pero el concepto de carnaval como sátira y crítica de cuantos acontecimientos se han producido durante el último año en el lugar, la función esencial de la murga de carnaval puede mantenerse en su forma más pura con la organización cada año con motivo de las fiestas patronales de la Virgen del Puerto del desfile de carrozas humorísticas. En él grupos de amigos figuran sobre camiones, carros o plataformas decoradas para la ocasión denunciando alguna situación o hecho vivido en el pueblo durante los últimos tiempos. Las personas que durante semanas se han dedicado a fabricar todos los decorados de su carroza se convierten en el momento del desfile en los personajes protagonistas de los acontecimientos y situaciones denunciadas con motivo del desfile. De esta forma desde los años cincuenta en que comenzó a institucionalizarse esta modalidad de crítica popular hasta nuestros días en que aún se mantiene este acto como el más importante de cuantos se celebran en Santoña durante sus fiestas del mes de septiembre. El desfile de carrozas no ha dejado de ser un mecanismo utilizado por los santoñeses para ejercer un cierto control sobre la actividad de los poderes públicos principalmente los municipales y regionales.
La espectacularidad y colorido de los decorados se ven acompañados en todos los casos por representaciones que los componentes de las carrozas realizan sobre los escenarios que representan los propios carros, camiones o plataformas sobre los que se exhiben. Como quiera que los integrantes de cada carroza participan todos los años en el mismo desfile, puede establecerse semejanzas importantes entre las características que definen a una de estas carrozas con las propias de la murga del carnaval. Aún más, desde que con la recuperación de los carnavales modernos en Santoña, estas dos actividades de crítica han coexistido, y se ha dado en muchos casos las circunstancias de que una misma cuadrilla de amigos, participa en ambas actividades en el concurso de murgas durante el carnaval y en el desfile de carrozas durante las fiestas de septiembre. Porque el fenómeno del desfile de carrozas puede identificarse perfectamente con la definición que ofreció Fernando Gomarín de la comparsa o murga del carnaval, en la medida en que una y otra nacen y se desarrollan para alegrar y divertir a los presentes, y como resultado principal registrar la vida del pueblo del valle mediante el recuento de todo lo que a lo largo del año ha merecido la pena destacar, constituyéndose los habitantes en protagonistas, intérpretes y público de su propia diversión. En definitiva a través de estas dos actividades aquí descritas puede justificarse una cierta continuidad del carnaval de Santoña a lo largo de los años de la prohibición del carnaval.
Cuando en el año 1981 se recuperó la fiesta popular del carnaval, ausente en las calles de Santoña desde 1934, permanecía en la memoria de los santoñeses todos los componentes ingredientes que definen la fiesta del carnaval, porque la tradición nunca llegó a perderse por completo. Sin los antecedentes de los carnavales de los años de la Segunda República, difícilmente se habrían podido relacionar disfraces de nochevieja y desfile de carrozas de septiembre, con las manifestaciones propias de carnaval.
Pero así mismo resulta ciertamente atrevido y aventurado hablar de la continuidad en el carnaval de Santoña si no hubieran podido establecerse puentes de unión entre celebraciones tan sumamente alejadas en el tiempo. Por muy importantes que fueran los carnavales anteriores a la guerra civil, por muy grande que fuera la huella que estos hubieran dejado en la memoria colectiva de los santoñeses si en semejante periodo de tiempo no se hubieran celebrado los disfraces de nochevieja y el desfile de carrozas en las fiestas patronales de la Virgen del Puerto, en septiembre.